- María del Campo
- 07 Jun 2012 - 10:00
- 0 Comentarios
- Visto 6.450 veces
Ahora que posiblemente estés planteando realizar cursos de japonés en Japón, te traemos la curiosa historia de las geishas. Las geishas (芸者) se originaron como profesionales del entretenimiento en las artes de la música, el baile y la narración, siendo en su origen tanto mujeres como hombres. Para 1800 las geishas femeninas superaban tanto en número a los hombres, que el término pasó a definir exclusivamente a las mujeres. Antigüamente, algunas jóvenes eran vendidas a las casas de geishas en su niñez, trabajando como asistentes de las más experimentadas, y posteriormente como aprendices (maiko). Con la ayuda de las veteranas, las aprendices adquirían habilidad en la tradición de elegir y usar peinados y kimonos, en el maquillaje y en el trato con los clientes.
En la actualidad, las jóvenes con aspiraciones a geisha comienzan su entrenamiento tras completar los primeros años de secundaria. Viven en casas tradicionales (okiya) en áreas denominadas «calles de las flores” (花街 hanamachi), aunque muchas optan por sus propios apartamentos finalizado su periodo de aprendizaje. Las geishas estudian instrumentos tradicionales, conociéndose su elegancia y alta cultura como «el mundo de las flores y sauces” (花柳界 karyūkai).
Los barrios de Gion y Pontochō en Kioto son los dos más prestigiosos en esta tradición japonesa. Aunque en los años 20 había alrededor de 80.000 geishas, en la actualidad no pasan de 1.000 en todo el país. Las geishas son contratadas a través de un sindicato (検番 kenban) para asistir a fiestas y encuentros, tradicionalmente en casas de té (茶屋 chaya) o en restaurantes tradicionales (料亭 riotei). Su tiempo es medido por lo que tarda en consumirse un palo de incienso tarifario (線香代 senkōdai). Muchas prostitutas (onsen) se promocionan como geishas, desprestigiando a las auténticas, quienes tradicionalmente deben mantenerse solteras, siendo común la figura de un cliente habitual (danna), generalmente un hombre adinerado que financia sus gastos y entrenamiento. Sus compromisos con los clientes incluyen coqueteos, aunque no la actividad sexual, siendo todo para algunos no más que una cara y elegante forma de prostitución.